Reconozco que mi opinión sobre la subcultura, moda o lo que sea esto de
"lo hipster" me saca de quicio. No soporto el esnobismo, lo presuntuoso
y lo falto de personalidad de ciertos grupos humanos. No soporto la
uniformidad y menos si me la disfrazan de progresismo y de supuesta
modernidad. no es que sea un anti-hipsters, es que me dan igual. Habrá
buenos, malos y estúpidas personas sean hipsters o no, pero tampoco le
ayuda a un imbécil que además sea un hipster (ni punk, ni rockero, pijo,
dandy etc.). No, no voy a ser objetivo con este tema, ni con ninguno,
pero eso ni quiero, ni es el objetivo de este blog, ni el periodismo en
general aunque presuma de ello, sólo intento ser honesto, no creo ni en
la verdad, ni en la objetividad, ni en esas falsedades de la teoría de
la comunicación periodística. Y no, no odio a los hipsters, nadie se
merece mi odio y menos un hipster, un poquito de por favor.
´Hipster`, es un término usado en la década de 1940 para referirse a
los aficionados al jazz, moderno y popular a principios de esa década.
El hipster adoptó el estilo de vida del músico de jazz, incluyendo algo o
todo de lo siguiente: manera de vestir, actitud relajada, humor
sarcástico, pobreza autoimpuesta (o no tanto), y relajados códigos
sexuales. La cultura hipster es una subcultura de jóvenes bohemios de
clase media-alta (o eso quisieran algunos ser) que se establecen por lo
general en barrios que experimentan procesos de gentrificación. Se
asocian a tendencias musicales indie y alternativas, a una moda alejada
de las corrientes predominantes, basados más en lo independiente y vintage,
a posiciones políticas progresistas (de izquierdas), al consumo de
alimentos orgánicos y productos artesanales y ropa de segunda mano. Se
ha dicho que la «hipsteria convierte elementos auténticos de todos los
movimientos alternativos de la posguerra —beatnik, hippie, punk y
grunge– en fetiches», se inspira en el «acervo cultural de aquello que
aún no han sido asimilado» y «lo regurgita con un guiño nada auténtico».
Los hipsters suelen frecuentar cafés culturales, bares pequeños o
restaurantes acogedores y sus áreas de trabajo son las creativas,
humanas o tecnológicas.
Recientemente en España se ha convertido en una corriente de moda que
como otra cualquiera es seguida por un grupo amplio de gente que adopta
los estilos que cada año se marcan "a la última": los bigotes, las
barbas... en lo que se ha acuñado despectivamente como la "Rajoy Youth".
En su mayoría son la evolución del gafapasta, corriente que también
adoptaba una moda anual al unísono.
Según Víctor Lenore muchas de estas inclinaciones y rasgos han hecho
del movimiento hipster la "subcultura" favorita del capitalismo. Víctor
Lenore, veterano periodista musical, publicó 'Indies, hipsters y
gafapastas. Crónica de una dominación cultural' (Capitán Swing), ensayo
en el que analiza la “estética dominante en el capitalismo posmoderno”:
"Los hipsters son una falsa subcultura, que parece que se enfrenta a los
valores dominantes, pero en realidad propone una versión más despiadada
y esnob del capitalismo actual. Podemos decir que son contraculturales
en la estética y yuppies en la ética. Sobre el indie, es una escena
tirando a naíf, cuyos miembros adoran la ironía, la candidez y sentirse
especiales. Básicamente, hablamos de una escena infantil y basada en la
estética, sin ningún elemento que cuestione el sistema, ni siquiera en
tiempos de emergencia social como éstos (esto es la regla, aunque dentro
del indie hay excepciones que la confirman). 'Gafapastas' o
'culturetas' son aquellas personas que se sienten superiores a través de
consumos culturales presuntamente exquisitos, pongamos un disco de
Radiohead o una novela de David Foster Wallace. Lo que comparten indies,
hipsters y gafapastas es la sensación de pertenecer a una élite
cultural por encima de las 'masas', digamos el gran público, que ellos
consideran vulgar". "La cultura hipster podría definirse como "el
elitismo al alcance de todos", ya que apuntarse no exige un gran nivel
cultural, ni tampoco mucho gasto, porque ahora la mayoría de los
contenidos están accesibles al precio de una conexión ADSL. Creo que una
escena cultural mitómana, clasista y narcisista es incompatible con
formas sociales igualitarias".
Que cada quien opine lo que quiera sobre este fenómeno y sus
seguidores, al fin y al cabo no le hacen daño a nadie, además, todos
tenemos amigos hipsters, pero que no me calienten mucho la cabeza con
sus snobismos, cultureta de pandereta y ni con sus paranoyas varias.
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